Mantener la calidad del café de los pequeños productores utilizando una moderna planta industrial, es uno de las metas en el plan estratégico de la gerencia general este año.
El gerente general de Aldea Global, Warren Armstrong, llegó a Nicaragua en plena guerra de los años 80 atraído por un grupo de laicos católicos cuyo líder era Miguel d’Escoto Brockmann. En esos tiempos la teología de la liberación –que promulgaba la opción por los pobres—, era muy popular entre los jóvenes idealistas y visionarios como él.
En 1988 con apenas 26 años y una mochila cargada de sueños, Armstrong se enamoró de las montañas jinoteganas y conoció al que sería su socio en la compra de una finca ubicada en Pueblo Nuevo, a 15 minutos de Jinotega.
Por ese entonces también estudiaba su maestría en “Desarrollo de la agricultura internacional” y un doctorado que no logró culminar. A Nicaragua solo venía una vez al año debido a sus estudios. Hasta que en el año 2000 comenzó a trabajar en Aldea Global y se quedó a vivir en el país definitivamente.
Cuando llegó a la organización comenzó por definir si iban a ser una Organización No Gubernamental (ONG) o una asociación de productores. Se reunió con cada líder comunitario para saber qué esperaban de Aldea Global y dijeron tres cosas: crédito, comercialización y tecnificación. Optaron por ser una asociación.
¿Cómo incursiona Aldea Global en temas de innovación y tecnología?
En 2017 la asociación de productores empezó a crecer, abrimos más sucursales, colocamos más créditos, recibimos más café y aumentamos las exportaciones. Entonces la pregunta fue si seguir en esa ruta haciendo más sucursales o si podíamos hacer algo más. Comencé a ver los ejemplos de negocios de otras empresas que me llamaban la atención como Amazon. Y lo que miré es que estaban enfocados hacia la tecnología. Nosotros teníamos un área de informática enfocada a la eficiencia con dos o tres programadores, pero no a generar más servicios.
Encontramos diferentes conceptos para crear App, para que el pequeño productor viera el celular como complemento de su machete. Para 2013 la base de datos de Aldea Global también había crecido y el área de crédito y comercialización tenían un buen sistema.
Durante una feria de café en Budapest estuve hablando con unos señores de Oikocredit y me presentaron a un representante de otra compañía holandesa que se dedica al e-commerce. A partir de ahí afinamos conceptos como la seguridad para el registro de datos y cómo organizarlos, porque tenemos demasiados. También nos ayudaron a proponer iniciativas de negocios usando la tecnología: planes de negocios en finca, venta de cosecha, pronósticos de negocios y de mercado, entre otros.
La Asamblea General aprobó estos nuevos conceptos de negocio en abril de 2018. Iniciamos las capacitaciones del personal en septiembre y a desarrollar en diciembre. Al año siguiente nos reunimos con las casas comerciales más grandes del país en insumos agrícolas CISA AGRO, RAMAC y FORMUNICA para que conectaran su bodega virtual a la aplicación y que los asociados pudieran ver los insumos que les interesara comprar.
¿Cómo beneficia el uso de las nuevas tecnologías a los productores de Aldea Global?
Luego del primer crédito para exportar café, me puse en contacto con una empresa que desarrolla aplicaciones y entonces nos dijo que podían financiarnos 100 mil dólares, una parte para subir toda esa información a la nube y después capacitaciones. Parte de ese aprendizaje era para el comercio con las casas comerciales.
Dos de nuestros colaboradores viajaron a Alemania, donde está el vínculo, para capacitarse con ellos. Construyeron un software para que los asociados entren en cualquier momento a la aplicación y vean la información actualizada.
También queremos hacer perfiles, para que cuando alguien nos pida un crédito se sepa si tiene capacidad de pago o no. Y que el tiempo de recuperación de ese crédito sea menor. Ahora el productor ya puede ordenar insumos, transporte y consolidar la carga de acopio. Aldea Global sigue avanzando en software y ya los asociados pueden entrar a ver cómo va el acopio del café, la comercialización y sus indicadores para el crédito.
Desde el 2013 hemos experimentado un crecimiento en las exportaciones de casi 30 por ciento por año y eso tiene que ver con el incremento en el número de asociados. El tiempo de espera para la aprobación de crédito al productor ha bajado de una semana a tres días, el reto es bajar a un día máximo. El apoyo técnico ahora lo reciben directo en su finca, a través de Aldea Tech. Todo eso son beneficios para los asociados.
¿Y para qué sirve toda la información que recopilan las aplicaciones?
Toda la información va al sistema. Yo puedo decir cuántos activos tiene cada asociado exactamente. Hoy en día la ventaja de un negocio es la información, porque permite tomar mejores decisiones, es parte de nuestro enfoque y de nuestra estrategia para manejar riesgos en todos los servicios y agronegocios.
¿Cree que la tecnología va a reemplazar al recurso humano?
Hay un enunciado que dice que todo negocio tiene que innovar para crecer y tiene que tomar decisiones, porque si no se van las oportunidades. Yo miro que podemos hacer más con el mismo personal. Si bien es cierto que estamos creciendo, no es necesario que aumente el personal. Siempre vamos a necesitar promotores de crédito, ingenieros agrónomos y cajeros. Pero el profesional tiene que adaptarse a la tecnología.
¿Qué papel juega la construcción de la planta industrial dentro del plan estratégico?
Ese proyecto inició en 2016. Toda cooperativa quiere tener su propio beneficio de café y su propia oficina. Aldea Global tardó 17 años en tenerla. Yo estaba en contra de esa inversión en el arranque, porque no teníamos mucho capital. Una planta es igual. Necesita inversión y tener mucho volumen de café. Una planta de Estelí quebró por eso. Diseñaron una planta con capacidad para 100 mil quintales de café oro, pero nunca alcanzaron esa meta.
Nosotros decidimos arrancar la construcción de la planta hasta que el volumen de café en Aldea Global comenzó a crecer en forma constante. Todos los equipos son automatizados. En la planta vamos a tener silos con enfriamiento controlado por computadora para conservar la calidad, porque la zona es muy húmeda y el café debe guardarse a menos de 65 por ciento de humedad. Si el grano absorbe humedad cambia su sabor. Decidimos entonces que si íbamos a hacer esa inversión debía ser con toda la tecnología, completamente automatizado. Por eso decimos que va a ser la planta más moderna de Centroamérica.
Todavía estamos en la primera etapa de construcción, faltan dos más. Ya instalamos una parte de los secadores y cuatro silos climatizados con sensores de temperatura. Si todo marcha bien se van a instalar 12 silos más y vamos a construir una bodega desde donde van a salir los contenedores. Va a ser la primera vez en Nicaragua que el café saldrá desde la zona cafetalera directo al puerto. Actualmente sale de Matagalpa.
La última etapa de construcción, que también se realizaría este año, va a recibir café en uva. Tenemos 4 mil 500 productores despulpando en su finca. Cuando ellos separan el café no separan el grano maduro del pinto, lo entregan mezclado. En la planta podremos separarlo y mejorar la calidad para ser más competitivos. Nuestras trilladoras no calientan el grano ni lo maltratan. Por eso la cantidad de café imperfecto ha bajado.